El Edificio Jerónimos
Cronología de la última ampliación del edificio Villanueva
El Museo del Prado había ido creciendo desde su creación en 1819 de una manera sistemática pero siempre modesta. Quedaba pendiente el desarrollo de una ampliación realmente significativa, como las que otros museos históricos de su categoría habían ido desarrollando sucesivamente en las últimas décadas del siglo XX. En el caso del Prado, ante la imposibilidad de continuar ganando espacio en el edificio Villanueva, en los años 80 se comenzaron a plantear distintas estrategias de crecimiento.
Exterior del Edificio Villanueva y Jerónimos
1995: El pacto parlamentario y el primer concurso para la ampliación
A principios de los 90, y desde distintas instancias, parece imponerse el criterio de que el Museo del Prado debería extenderse recuperando los únicos vestigios del Palacio del Buen Retiro (el Casón y el Salón de Reinos, entonces sede del Museo del Ejército) y, quizá, el antiguo Claustro de los Jerónimos. Prevalece así la idea de potenciar la raigambre histórica del Prado. De acuerdo con este propósito, en junio de 1994 el Real Patronato del Museo aprueba un Plan de necesidades del Museo del Prado en el que se destaca la necesidad de ampliar sus espacios físicos. El informe es presentado al Consejo de Ministros por la ministra de Cultura, Carmen Alborch, y consensuado con los principales partidos políticos.
En 1995 se alcanza en el Congreso de los Diputados un pacto parlamentario para la promoción de la ampliación del museo y se convoca un primer concurso internacional. A pesar de la concurrencia de más de setecientos arquitectos y de la selección por parte del jurado de 10 de los proyectos presentados para una segunda vuelta, en septiembre de 1995 el concurso se declaró desierto por unanimidad, resolviéndose con la concesión de dos accésit.
1997-2001: Las bases definitivas para la ampliación. El proyecto de Rafael Moneo
En 1997, el Real Patronato del Museo aprueba un informe en el que se establece un Plan Museográfico que se decanta por la contigüidad, proponiendo que la ampliación del Prado se desarrolle en edificios próximos, a poder ser contiguos, que sustentaba el dictamen de integrar el Claustro de los Jerónimos, además del Casón y el Salón de Reinos. Como consecuencia de este informe, presentado por Esperanza Aguirre, como ministra de Cultura, al Consejo de Ministros y refrendado por el mismo, el Ministerio llega a un acuerdo con el Arzobispado de Madrid para que el Claustro de los Jerónimos pueda considerarse como solar disponible dentro del área de ampliación del Prado. El acuerdo incluía la condición de que el Estado asumiera la construcción del edificio parroquial, cuyo proyecto se encomendó al arquitecto Francisco Jurado. Plasmado en un Convenio suscrito en julio de 1998 entre el Ministerio de Cultura y la Archidiócesis de Madrid, este acuerdo dio pie a la convocatoria de un nuevo concurso cuyas bases se redactan según el informe aprobado por el Real Patronato del Museo y el acuerdo con la Iglesia.
En esta ocasión, el concurso de anteproyectos se convoca por invitación, restringiéndose a los diez finalistas del anterior. Se resuelve en noviembre de 1998 eligiéndose por unanimidad la propuesta de Rafael Moneo presentada bajo el lema Buen Retiro, condicionando su aprobación definitiva a la consideración de algunas sugerencias del jurado, formado por representantes del Museo, del Gobierno, de la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid y de la Iglesia. Durante los meses siguientes y con la participación y supervisión del Patronato del Museo, se introdujeron sucesivas modificaciones en el volumen y en la cubierta del edificio de los Jerónimos. Por último, y a instancias de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que reclamaba una intervención que permitiera entender el edificio Villanueva como un edificio exento, sin contacto directo con la ampliación, se decidió desarrollar una nueva alternativa a la cubierta acristalada sustituyendo esta idea inicial por un espacio ajardinado, con parterres que envolverían al edificio de Villanueva en un manto verde, mejorando significativamente toda la espalda del Museo.
El proyecto de Rafael Moneo fue aprobado por el Patronato del Museo el 15 de marzo de 2000 y refrendado por el jurado del concurso una semana después, el 21 de marzo de 2000, de manera unánime y definitiva.
Plano de la ampliación de Rafael Moneo
2001-2007: La ejecución del proyecto de ampliación
El 2 de febrero de 2001, tras efectuarse los estudios pertinentes para valorar el estado de conservación del Claustro de los Jerónimos y una vez concluida la obra de preconsolidación de sus elementos estructurales, se anuncia el comienzo del desmontaje de la arquería para su restauración y posterior restitución como punto de partida de la fase de ejecución de las obras de ampliación en sí. El desmontaje se inicia definitivamente en marzo y los trabajos de restauración, desarrollados bajo la dirección técnica del Instituto de Patrimonio Histórico Español, se efectúan a lo largo de varios meses.
El 7 de enero de 2002 se publica en el BOE la adjudicación del contrato de obras a la Unión Temporal de Empresas (UTE “El Prado”) formada por ACS y Constructora San José, por parte de la Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos del Ministerio de Cultura. El desarrollo de la obra se vio confirmada por la decisión de 18 de diciembre de 2002 del Tribunal Supremo, que dio luz verde de forma definitiva a la ampliación del Museo, desestimando los recursos presentados por las asociaciones vecinales por considerar ajustado a derecho el proyecto y en función del “excepcional interés público” del mismo. Durante el desarrollo de la obra, muy compleja, fue necesaria la ampliación extraordinaria del crédito presupuestario en más de 44 millones de euros, lo que permitió la finalización de las obras en 2007.
El desarrollo de estos trabajos fue paralelo a la conformación del campus del Museo del Prado. En noviembre de 2003 se aprueba con un amplio consenso la Ley reguladora del Museo por la que se crea el Organismo Público que gestionará la institución en el futuro. El 20 de octubre de 2004, el Real Patronato aprueba el Plan de Actuación para el nuevo organismo en el que se decide la creación del Centro de Estudios del Prado en el Casón del Buen Retiro y la incorporación de las colecciones del siglo XIX al discurso de la colección permanente en el edificio Villanueva.
El "plan Moneo": los espacios de la ampliación Jerónimos
La fórmula de ampliación ingeniada por Rafael Moneo (1937 -) permite al Museo disponer de los espacios y las instalaciones adecuadas para el desarrollo tanto de su actividad interna de conservación y custodia de una de las más excelentes colecciones de arte del mundo, como de su actividad externa en relación con el público que lo visita o participa en sus actividades.
Moneo propuso, respetando el antiguo edificio, su entorno y las arquitecturas colindantes (la iglesia de los Jerónimos y la Real Academia Española), unir el Museo con un complejo formado por una construcción de nueva planta y el claustro restaurado de los Jerónimos. La solución dada, que ha permitido al Museo extenderse en la totalidad de la única área disponible en sus inmediaciones, liberaba además la fábrica original permitiendo que ésta se vea como Villanueva la proyectó.
Desde el exterior, el enlace entre los edificios antiguo y nuevo queda oculto por una plataforma ajardinada de boj que remite a los jardines del siglo XVIII ofreciendo una perspectiva urbana que se funde con el vecino Jardín Botánico. Por su parte, el nuevo volumen de ladrillo y granito edificado en torno al antiguo claustro de los Jerónimos, se alinea con la fachada de la iglesia de los Jerónimos dejando ver desde el exterior parte de la arquería restaurada y restituida. Su fachada se abre al nuevo espacio urbano a través de unas monumentales puertas de bronce realizadas por la escultora Cristina Iglesias.
En el interior se desarrolla una sorprendente ocupación del terreno disponible: tres plantas de acceso público unidas por una doble escalera mecánica y otras cinco entreplantas para servicios internos del museo. La presencia predominante de piedra de Colmenar y bronce sirve de nexo con las calidades constructivas de la fábrica primitiva de Villanueva.
Vista exterior del nuevo edificio
Dos nuevas entradas dan acceso a un amplio vestíbulo que conecta los dos edificios y donde se sitúan los principales servicios de atención al visitante, así como la tienda y la cafetería. Por su parte, el desarrollo de la actividad expositiva y cultural del Museo se amplía con la dotación de nuevos espacios para la celebración de exposiciones temporales y un moderno auditorio. Además, el edificio Jerónimos dedica una parte importante de su extensión a alojar departamentos y servicios que garantizan la conservación y la movilidad de sus colecciones (talleres de restauración, laboratorios, gabinete de dibujos y grabado y depósitos de las colecciones no expuestas).
La ampliación de los Jerónimos supuso, además, la recuperación de una cuarta parte de espacio en el edificio Villanueva. Esta otra ampliación hizo posible extender más la presentación de la colección, exhibiéndose en la actualidad cerca de 1.500 obras con carácter permanente.
Portón-Pasaje, obra de Cristina Iglesias (Puerta de Cristina Iglesias)
Puerta de Cristina Iglesias desde el interior
Parte importante también de la ampliación, por su valor artístico, es la entrada al edificio de nueva planta creado en torno al claustro de los Jerónimos una monumental pieza que, siendo una puerta de carácter ceremonial, confiere al edificio una especial singularidad potenciando sus valores arquitectónicos de forma notable. Obra de la escultora donostiarra Cristina Iglesias (1956-), está realizada en bronce patinado y definida por la artista como un "tapiz vegetal" formado por seis paneles: dos fijos, que invaden los huecos laterales, y cuatro móviles, dos que forman las hojas y otros dos el umbral.
El enorme Portón-Pasaje (6 metros de altura y 22 toneladas) cuenta con un sistema hidráulico que permite su apertura en seis posiciones distintas que se secuencian a lo largo de la jornada cada dos horas -10h, 12h, 14h, 16h, 18h y 20h.- construyendo en cada secuencia un espacio diferente.
El Claustro de los Jerónimos
Historia
El denominado Claustro de los Jerónimos formaba parte del Monasterio de San Jerónimo el Real fundado por el rey Enrique IV cerca de los montes del Pardo, y trasladado a su actual emplazamiento en 1505. El conjunto monasterial contaba con una iglesia de estilo gótico tardío de tipo isabelino, dos claustros, el primero y más antiguo de ellos destruido entre 1855 y 1856, y desde época de Felipe II con un Cuarto Real, germen del Palacio del Buen Retiro que mandaría construir Felipe IV.
El claustro barroco que ha llegado a nuestros días reemplazó el segundo claustro del monasterio, renacentista, que había tenido que ser derruido por amenaza de ruina. Fue diseñado por fray Lorenzo de San Nicolás y edificado entre 1672 y 1681, y su construcción estuvo condicionada por los edificios colindantes, las bases del claustro derribado y el aprovechamiento de buena parte de sus materiales.
Con la invasión francesa, San Jerónimo pasó a formar parte del baluarte del Retiro y tras la desamortización, el conjunto de edificios se destinó a otros usos que provocaron su rápido deterioro. Cuando en 1878 Real Patrimonio cede el templo y el claustro al arzobispado de Toledo la iglesia estaba prácticamente en ruinas y del claustro solo quedaban los arcos de piedra. En esa época se restaura el templo sin tocar para nada el claustro, que en 1925 es declarado Monumento Histórico-Artístico a pesar de lo cual no se toma ninguna medida para evitar su deterioro, salvo una reparación superficial llevada a cabo en 1962.
El Claustro de los Jerónimos antes de la reforma
Las actuaciones de rehabilitación del Claustro
El proyecto de ampliación de Rafael Moneo contemplaba la restauración y consolidación de los restos de este antiguo claustro antes de proceder a su rehabilitación como parte integrante de la ampliación del Prado. La consolidación y restauración de este monumento se consideró precisa y urgente debido a que su deterioro y la amenaza de ruina eran patentes después de un inexplicable abandono de casi medio siglo. El deterioro de los elementos pétreos era perceptible a simple vista comparando las fotografías y fue plenamente confirmado por el equipo de la Cátedra de Mineralogía y Petrología de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid, al que se encomendó su estudio y posterior diagnóstico.
Antes del desmontaje y posterior restauración y restitución, y bajo la dirección facultativa de la Gerencia de Infraestructuras y el IPHE, se llevaron a cabo las obras de preconsolidación del claustro, a las que siguió el desmontaje y documentación de los 2.820 sillares que lo conformaban y su traslado a las dependencias del Ministerio de Cultura en Alcalá de Henares.
El tratamiento de restauración propiamente dicho comenzó con la aplicación de un tratamiento biocida para erradicar las colonias de biodeterioro, aplicándose a todas las caras vistas de los sillares originales como medida preventiva. Los elementos de alto contenido en sales se desalinizaron convenientemente y la limpieza de las superficies se realizó con métodos fácilmente controlables que no generan daños cuya utilización no suponía ninguna pérdida de material superficial.
Concluido el proceso de restauración y una vez comenzada la ejecución del proyecto de obras de la ampliación, el claustro fue restituido en su exacta disposición original dentro de una camisa de hormigón autocompacto para su integración dentro del edificio de nueva planta, proyectado por Rafael Moneo como parte fundamental de la ampliación del Museo, manteniendo su carácter propio.
El Claustro de los Jerónimos terminado
La ampliación en cifras
La ampliación en Jerónimos supuso un incremento de 15.715,27 m2 útiles, más de un 50% a mayores de los 28.600 m2 útiles correspondientes al edificio Villanueva. Además, con el traslado de determinados servicios y dependencias de trabajo del Museo a los nuevos espacios, el edificio Villanueva recuperó casi 3.000 m2 útiles para la exposición de la colección permanente del Prado, lo que ha permitido el desarrollo de un nuevo sistema de ordenación de las colecciones.
Superficies útiles de los principales espacios más importantes de la ampliación:
- Salas exposiciones temporales
- 1.390 m2
- Claustro (espacio expositivo esculturas)
- 525 m2
- Talleres de restauración
- 832 m2
- Gabinete de Dibujo y Grabado (nuevo)
- 231 m2
- Depósitos de obras de arte
- 1.112 m2
- Auditorio y sala de conferencias
- 458 m2
- Tienda y Cafetería
- 783 m2
- Zonas de atención al visitante (distribuidor Velázquez y vestíbulo ampliación)
- 1.609 m2 útiles
Salas de exposiciones de Jerónimos